miércoles, 15 de marzo de 2017

HELLS ANGELS



Matar fantasmas
cobra otro sentido.

No se trata de ahogarlos
o dejarlos dormitar sobre el diván.

No es cuestión de envenenarlos con saliva.

No salen con lejía, ni jabón de tierra.

Tampoco hay que dejarlos leer el diario
mientras se beben el café de la rutina.

Hay que exorcizarlos desde adentro,
soltarles las amarras,
vestirlos con botas y chaquetas
y empacarlos en las motos
con los Hells Angels.

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